¿Aumentar el SMI es la mejor fórmula para hacer crecer los salarios?

4 jun 2013

A raíz de las últimas recomendaciones del Banco de España en torno a la contratación de trabajadores por debajo del SMI con carácter temporal, se ha instalado de nuevo el debate en torno a cuál es el salario mínimo que todo trabajador debería ganar para disfrutar de una vida digna, siendo el Estado el que lo garantice mediante el control de un precio mínimo de contratación (el llamado Salario Mínimo Interprofesional).

Parece lógico pensar que si el Estado aumenta el salario mínimo de contratación por parte de las empresas, todos los trabajadores podrían acceder a un sueldo digno y que no les hiciese pasar penurias a final de mes, además de ser un aliciente perfecto para aumentar la motivación y productividad de los empleados. Sensu contrario, si los Gobiernos decidiesen bajar el SMI, los empresarios comenzarían a reducir los salarios para, de esta manera, reducir los costes laborales y aumentar su rentabilidad. Sin embargo, este argumento parece ser sólo válido si aislamos al conjunto de trabajadores del resto de variables económicas.

Si echamos un vistazo al salario medio de los países europeos en comparación con su Salario Mínimo Interprofesional, podemos advertir que no existe ninguna relación directa entre estas dos variables (evidentemente, la única relación . Es más, los dos países con mayores salarios carecen de SMI por lo que, en principio, los empresarios pueden ofrecer a los trabajadores el salario que estimen conveniente en relación a su productividad marginal.
 

Pero, como he dicho, no se puede analizar el SMI aisladamente. En concreto, he querido añadir la tasa de desempleo en la tabla por una razón muy sencilla que muchos economistas tratan de explicar: si el salario mínimo es muy elevado, la tasa de desempleo aumentará porque los empresarios no estarán dispuestos a contratar a un precio que es superior a la productividad marginal del empleado. ¿Qué quiere decir esto? Que si un empleado se merece, por su productividad, un sueldo de 1.000 euros y el SMI es de 1.100 euros, el empresario prescindirá de la contratación de ese empleado por considerar que no es un salario que merece, sobre todo para empleos de baja cualificación y alta rotación. 

Pues bien, a la vista de los datos esto es una verdad a medias. Si bien es cierto que los países con mayor desempleo de toda Europa (Grecia, España y Portugal) tienen SMI implementado, existen ejemplos de países con un elevado SMI que tienen una tasa de paro muy baja (4,90%), como es el caso de Luxemburgo o relativamente bajas, como es el caso de Holanda(6,50%). El desempleo no depende únicamente de los salarios, sino de la capacidad del país para absorber las demandas de los trabajadores. Cuanta mayor sea la cualificación y especialización exigida en el país y cuanto mayor sea el valor añadido generado, mayores serán también los salarios ofrecidos.  Cosa bien distinta es que un Estado imponga un Salario Mínimo muy elevado en comparación con la capacidad de las empresas para ofrecerlo. En este caso, no solo aumentaría el desempleo, sino también las contrataciones ilegales. 

Bajo mi punto de vista, lo ideal es que los salarios estén pactados entre los propios empleados y empresarios sin intervención estatal, algo que en la coyuntura actual no es ya que sea difícil de conseguir, sino que es prácticamente imposible dada la actual tasa de desempleo y las necesidad imperiosa de muchos ciudadanos de conseguir un trabajo a casi cualquier precio. En cualquier caso, el Salario Mínimo debería ser concordante con el modelo productivo de un país y flexible para adaptarse a los ciclos económicos. De otra forma, aumentar el SMI no solo no serviría para que los salarios crecieran, sino que podrían tener consecuencias bastante negativas para todos.

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