El contrato único como forma de solucionar la dualidad del mercado de trabajo

15 may 2013


Las cifras no engañan: España tiene un grave problema con su mercado laboral. La elevada tasa de desempleo es el principal problema que sufre nuestro país, y la primera preocupación de los españoles, según el último barómetro del CIS. El desempleo está siendo una auténtica tragedia y, sin embargo, parece que nadie quiere asumir ninguna reforma en el mercado laboral español.

De hecho, la prueba de que el mercado laboral no funciona es la elevada dualidad existente entre trabajadores fijos y trabajadores temporales, es decir, la elevada diferencia existente entre trabajadores sin ningún tipo de protección y trabajadores sobreprotegidos. Un problema que tratan de poner freno desde la UE mediante la implantación del contrato único. ¿Servirá de algo este contrato para acabar con esta dualidad?

La gráfica que adjunta el artículo habla por sí sola. Desde el año 2007, la destrucción de trabajo indefinido ha sido de 1,5%, mientras que el trabajo temporal se ha reducido en casi un 40% (concretamente, un 38,71%). Entre el colectivo de jóvenes menores de 24 años, el problema es aún mucho más acentuado, ya que casi el 60% de los jóvenes menores de 24 años han perdido un contrato temporal durante la crisis.

Acabar con la dualidad, tarea pendiente


Una de las causas de tal dualidad es la elevada rigidez del mercado de trabajo. A la vista de los datos, al empresario le saldrá más a cuenta contratar trabajadores más baratos y encadenar sucesivos contratos temporales hasta el máximo que permite la ley, que contratar trabajadores indefinidos que, a la larga, tendrán un coste de despido mucho mayor. Problema: una especialización y productividad mucho menores, una rotación de plantilla mucho mayor y un colectivo de trabajadores que no son capaces de firmar un contrato indefinido y, de esta manera, planificar su futuro. 

Además, siempre saldrá más rentable despedir a un trabajador temporal que uno indefinido, aunque el temporal sea más productivo, lo que penaliza la competitividad de nuestras empresas. Desde luego, la maraña contractual existente en España no ayuda. Hasta 35 tipos de contratos diferentes y otros 32 incentivos para la contratación. Hay que simplificar los contratos y, para ello, el contrato único sería, sin duda alguna, la mejor simplificación posible, además de acabar con la dualidad en el mercado de trabajo español y proporcionar una mayor seguridad jurídica al empresario. 

De momento son todo especulaciones, y habría que ver cómo se articularía el contrato único en términos de indemnizaciones por despido. Fedea, por ejemplo, aboga por comenzar con una indemnización por despido procedente de 8 días por año y otra por improcedente de 12, además de proponer una adaptación de la Constitución si el contrato único no encajara. De cualquier modo, parece que los agentes sociales no están por la labor de tocar ni un punto de nuestra legislación laboral. 

Los sindicatos ya han manifestado su más enérgica protesta ante lo que consideran un ataque a los derechos adquiridos, al temer que el contrato único se utilice para abaratar las indemnizaciones por despido. La CEOE, porque creen que en la estructura productiva española no cabe un contrato único. Incluso PP y PSOE se han opuesto a este tipo de contrato aludiendo que es inconstitucional.

Sin embargo, está claro que la pasividad en materia laboral no ayuda. Precisamente, el objetivo de la reforma laboral había sido reducir esta dualidad, pero se ha manifestado claramente insuficiente. ¿Podría ser el contrato único la solución? Sin duda reduciría esta dualidad y serviría de ayuda para frenar el alto desempleo; ahora bien, no hay voluntad política de cambiarlo por lo que, parece que no lo veremos.

Una alternativa a la dación en pago hipotecaria: la ley de la segunda oportunidad

9 may 2013

Hace menos de tres años, pocas personas conocían lo que significaba realmente el término dación en pago, ni siquiera aquellos a los que les afectaba de forma directa tras haber firmado un préstamo hipotecario. Muchas ejecuciones hipotecarias después, la mayoría de ciudadanos saben que, después de que se ejecute la hipoteca por imposibilidad del pago de las cuotas, el deudor continúa con una deuda prácticamente de por vida para saldar la carga del préstamo hipotecario. 

Numerosos colectivos han mostrado su más enérgica protesta contra esta injusticia; la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, incluso, ha conseguido hacer llegar al Congreso de los Diputados una Iniciativa Legislativa Popular (ILP) para que se aplique la dación en pago con carácter retroactivo para aquellos deudores de buena fe y con circunstancias sobrevenidas. Lo que busca esta plataforma, en concreto, es que aquellos colectivos más débiles que no pueden hacer frente a las cuotas hipotecarias por haberse quedado sin trabajo no tengan que cargar con una deuda de por vida; una propuesta muy apoyada por la mayor parte de la sociedad pero que adolece de ciertos errores que lo hacen muy difícil de aplicar.

Bajo mi punto de vista, existen otras alternativas diferentes a la planteada por la PAH como, por ejemplo, la ley de la segunda oportunidad, una figura jurídica que existe en buena parte de los países desarrollados y que permitiría a las familias rehacer su situación personal en casos de circunstancias sobrevenidas de manera realista; y sobre todo, una alternativa perfectamente válida, que se integraría perfectamente en nuestro marco legislativo actual y que no pondría en peligro nuestra seguridad jurídica como país. Pero, ¿en qué consistiría esta alternativa?

Deudores de por vida


A la responsabilidad del deudor sobre sus obligaciones se refiere el artículo 1911 del Código Civil, que dice lo siguiente:

Del cumplimiento de las obligaciones responde el deudor con todos sus bienes, presentes y futuros
He querido subrayar la palabra futuros porque es precisamente la que supone el mayor problema para los deudores. Lo que quiere decir este artículo del Código Civil es que el deudor, mientras mantenga la deuda con el banco, tendrá que liquidar sus bienes actuales y los bienes que obtenga en el futuro para saldar sus deudas. Esto es terrible para el deudor, ya que en caso de concurrir en estas circunstancias, queda automáticamente excluido de la sociedad, ya que nunca va a poder rehacerse de esta situación. En el momento que vaya a adquirir cualquier bien, este queda automáticamente embargado y destinado a satisfacer la deuda.

Si hubiese una ley de segunda oportunidad, cualquier familia y pequeña empresa podría declararse en quiebra y, por tanto, proceder a la liquidación de sus activos mediante algún tipo de procedimiento concursal , tal y como ocurre con las empresas para saldar la deuda con el acreedor. De hecho, esta figura jurídica existe en muchos países, como los anglosajones, Alemania o Francia, aunque con ciertas particularidades que las hacen únicas en cada país. De hecho, en Alemania se declaran en quiebra más de 100.000 familias al año, al igual que ocurre en Francia

De entre todos los sistemas de quiebra, quizá el más completo sea el Estadounidense, llamado Fresh Start, un proceso de quiebra familiar que no suele demorarse más allá de seis meses, y que tiene dos alternativas:

  • Por un lado, la quiebra en toda regla. El deudor verá cómo se venden la mayoría de sus bienes en subasta pública.
  • Por otro lado, el sistema preveé un plan de pagos para saldar las deudas poco a poco, en un plazo de entre tres y cinco años.

Desde luego, en ningún caso se evitaría el desahucio del deudor pero, al menos, le permitiría resarcirse de circunstancias no previstas e indeseables. Una ley mucha más efectiva que la aplicación de la dación en pago ya que, en principio, no pondría en peligro ni la estabilidad actual del sistema financiero ni la seguridad jurídica del país en su conjunto.

En defensa del euro

7 may 2013

Que la Unión Europea está inmersa en una crisis sin precedentes es algo que ya no se le escapa a nadie. El excesivo déficit de numerosos países, unido a la convergencia con una crisis a nivel mundial y las crisis particulares de cada nación (en España, por ejemplo, la archiconocida burbuja inmobiliaria) han hecho que los países estén obligados a aplicar políticas de reducción de déficit excesivo para equilibrar sus presupuestos, lo cual ha llevado a recortes de gasto público y subidas de impuestos para lograr el objetivo de déficit; políticas impopulares que han desatado la ira de numerosos colectivos, sobre todo de izquierdas, que se sienten desamparados ante lo que ellos consideran un atentado sus derechos más básicos, culpando al euro de todos los males.

Pero, ¿qué hay de cierto en esto? ¿Tenemos que salir del euro para acabar con los todos males que nos azotan? ¿Es cierto que el euro ha sido el verdadero culpable de una tasa de desempleo que roza el 28%? Os dejo un documental llamado En Defensa del Euro que pretende dar respuesta a todos estos interrogantes. Espero que os guste.



Dinero más barato, créditos más caros

2 may 2013

En la última reunión del Consejo de Gobierno de la Unión Europea celebrada hoy en la ciudad de Bratislava (Eslovaquia) Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo redujo el tipo de interés oficial de la zona euro hasta el 0,5%, situándola en el nivel más bajo desde que el Euro existe, además de garantizar liquidez ilimitada a los bancos comerciales hasta, por lo menos, Junio del año 2014. 

Objetivo: estimular la economía de la zona euro. Excusa: el IPC armonizado de la zona euro se sitúo en Abril en el 1,20%; sin embargo, la decisión no solo no va a tener el efecto deseado, sino que puede llegar a ser contraproducente y más dañino de lo que podamos pensar.

Y es que, si echamos un vistazo al precio de los préstamos concedidos en la Zona Euro, nos daremos cuenta de que existe, desde que comenzó la crisis allá por el año 2008, una correlación inversa entre el tipo de interés oficial de la zona euro y el tipo de interés que aplican las entidades financieras a los préstamos. Los bancos reciben unas condiciones excesivamente laxas del BCE que, a su vez, no lo trasladan a la economía productiva. 


Resulta curioso, comprobar en el gráfico que, mientras el interés oficial fijado por el BCE iba descendiendo año a año, el interés de los préstamos concedidos en España se ha mantenido estable e, incluso, ha aumentado, evolución que contrasta con el interés aplicado al crédito concedido por las entidades europeas a empresas y familias de la zona euro, que siguen una senda similar al del BCE. Ellos han hecho los deberes y nosotros no. ¿Qué ha fallado?

En primer lugar, los bancos se encuentran en pleno proceso de saneamiento. En este sentido, los asesores financieros no quieren asumir más riesgos que expandan aún más si cabe su apalancamiento; por ello, reciben dinero al 0,5% y lo invierten en deuda pública al 4,5% ó al 5%, obteniendo un beneficio del 4% por cada bono que adquieren. Además, sirve como colateral (garantía) para futuras emisiones de deuda del Banco Central Europeo. Un negocio absolutamente rentable que, además, cuenta con la bendición de los Estados, a los que les permiten colocar su deuda a un precio relativamente razonable. 

En segundo lugar, los agentes privados, en concreto las familias y empresas continúan en pleno proceso de desapalancamiento, un proceso tan doloroso como necesario que consiste en aumentar los fondos propios y reducir sus gastos sin poder deshacerse de unos activos que se han vuelto ilíquidos con el comienzo de la crisis. Este sobreendeudamiento hace que las entidades financieras pierdan toda confianza en los prestatarios, lo que implica una reducción del crédito o unos tipos de interés demasiado altos en comparación con lo que sería deseable.

Así, parece meridianamente claro que una nueva reducción de tipos redundará en un crédito más barato para los Gobiernos y las entidades financieras e igual de complicado para las empresas y familias. La brecha entre la economía financiera y la economía real se agranda cuando el Banco Central de turno toma este tipo de decisiones, lo que sienta las bases para la siguiente burbuja. Lo siento, duele decirlo pero, no hay política macroeconómica que valga; necesitamos recuperación microeconómica, a nivel de empresa, y esto solo pasa por reducir deuda y recapitalizar o directamente liquidar la banca quebrada. Cuando esto ocurra, volverá a abrirse el grifo del crédito. Lo demás, meros brindis al sol para ganar tiempo pero que será hambre para mañana.

 
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