En nuestra recién estrenada sección de economistas destacados, podemos encontrar una pequeña biografía de John Maynard Keynes. Básicamente, este economista tan influyente con sus teorías macroeconómicas propugnaba la intervención estatal en política fiscal y monetaria para suavizar e incluso eliminar los ciclos económicos, e intentar incentivar/desincentivar la demanda (en función de la situación de expansión o contracción de la misma). Durante la etapa que engloba desde la Gran Depresión (crack del 29) hasta la crisis de la OPEP en 1973 estas políticas funcionaron relativamente bien (recuerdese el New Deal de Frankin D. Roosvelt), hasta que debido a la crisis de la que hablamos se produjo una inflación de oferta que el economista no había previsto y se dieron grandes tasas tanto de inflación como de desempleo como consecuencia de la elevación del precio de las materias primas, que lógicamente encarecían los productos; y fue a raíz de aquí donde se empezó a poner en duda la intervención estatal como garante del funcionamiento del sistema capitalista.
Lo cierto es que la crisis económica de 2008 es muy similar a la que salpicó a todo el mundo durante 1929, y supuestamente esas políticas keynesianas que habían funcionado tan bien a partir de 1930, se han vuelto a emplear durante esta crisis. Con una única diferencia, y es que en aquella época la política fiscal y monetaria era controlada por el mismo país, a diferencia de la situación actual en la cual la Unión Europea controla la política monetaria de la zona Euro, pero las políticas fiscales son controladas por cada país individualmente, y desde luego no están del todo armonizadas, por lo que la aplicación de las políticas monetarias influirán de manera muy diferente según la situación del país.En un post anterior ya hablabamos de los diferentes problemas que supondría una subida de los tipos de interés decretada por el BCE, y aplicable a toda la zona Euro, pero se puede extrapolar a países en problemas. Por ejemplo, el BCE decide subir los tipos de interés, desincentivará la inversión, precisamente uno de los pilares de las ideas de Keynes, tratando de esta manera de reducir la inflación, pero en ningún caso será un estímulo al empleo.