En los últimos meses España ha tenido que financiarse en el mercado a un tipo de interés inasumible para cualquier Estado. Con una prima de riesgo disparada, parecía que la única solución pasaba porque el Banco Central Europeo comprara la deuda soberana de nuestro país para aliviar la tensión en los mercados y, de esta manera, permitir un cierto respiro de las cuentas públicas. El BCE ha comprado deuda española en forma de bonos y obligaciones y ha suministrado liquidez a las entidades bancarias a un tipo de interés que ahora mismo se sitúa en el 0,75% con el objetivo de permitir a las empresas realizar inversiones baratas y de esta manera reactivar la economía pero ¿puede esto ser sostenible en el tiempo?
La respuesta es sí, pero a la vez es no. Y me explico. La solución pasaría por eliminar gran parte de la deuda que tienen acumulada los países y por un desapalancamiento de todas las familias y empresas. El problema es que esto no es de entrada sencillo ni rápido, y requiere un proceso que puede llegar a ser (y de hecho lo está siendo) muy doloroso, ya que requiere que tanto las empresas como el estado recorten sus gastos salvajemente o enajenen parte de sus activos en el mercado para aumentar su liquidez y poder responder ante sus acreedores.