Deuda, deuda y más deuda: ¿por qué nos hemos endeudado tanto?

15 oct 2014

Existe un consenso generalizado entre los diferentes economistas, con independencia de su ideología o de sus modelos econométricos, de que la principal razón de la crisis económica y financiera que desde hace ya seis años nos azota ha sido el excesivo volumen de deuda en manos de familias y empresas, hecho que ha lastrado dos de los pilares básicos del crecimiento de cualquier economía desarrollada: el consumo y la inversión.

Este análisis constituye un buen punto de partida puesto que, en 2008, año que se suele tomar como base para explicar el inicio de la crisis, el volumen de deuda en manos de hogares y empresas era del 171% del PIB español, es decir, más de un billón (con B de Barcelona) y medio de euros. Un volumen insostenible que nos hacía totalmente vulnerable ante cualquier acontecimiento económico adverso que precipitó el inicio de una crisis que, seis años después, sigue azotando con fuerza. Pero, ¿cuáles han sido las razones que explican este aumento del endeudamiento?

Nuestra entrada en el Euro, ¿causa de este endeudamiento?

En la actualidad, existen mucho escepticismo sobre si la adopción del Euro como moneda única ha sido más beneficiosa o más perjudicial. Sin embargo, si nos remontamos a 2002, año en el que nuestro país comenzó a utilizar el Euro como moneda única, los ciudadanos veían este cambio como un modo de acercar nuestro país a la modernidad europea.

De hecho, así fue, al menos desde el punto de vista financiero. La adopción del Euro como moneda única provocó que el diferencial de tipos de interés de nuestro país con respecto al resto de países se redujera sensiblemente y que se llevasen a cabo numerosas inversiones en los países del sur de Europa, en especial Italia, Portugal, Grecia y España.

Pero, ¿por qué se produjo este descenso en el diferencial en los tipos de interés? Imaginemos que acudimos al banco a solicitar un préstamo hipotecario a cuarenta años pero no disponemos de un contrato indefinido con el que respaldar nuestra solvencia económica. Lo más probable es que, o bien el banco no nos conceda el préstamo o bien que nos lo conceda con unas condiciones muy gravosas, con un tipo de interés muy elevado.

Ahora bien, si vamos a solicitar ese mismo préstamo con Bill Gates como avalista, lo más probable es que el banco no solo nos conceda el préstamo hipotecario sino que nos facilite varios créditos para pagar el coche, el mobiliario y hasta unas vacaciones, puesto que sabe que, en caso de que nosotros no podamos pagar, tendremos todo un multimillonario que responderá por nosotros.

Esto es precisamente lo que ocurrió con los países del sur de Europa. El mensaje percibido por los mercados financieros fue que todos los países que formaban parte del Euro iban en el mismo barco y que los países fuertes, como Alemania y Francia, harían todo lo posible para que el Euro no fracasase.

De esta manera, la solvencia de los países del sur de Europa aumentó de forma automática, reduciendo los diferenciales en sus tipos de interés, tal y como muestra la siguiente gráfica:


¿Por qué fracasó el proyecto del Euro?

La llegada de todo este dinero barato provocó una fiebre de inversiones en los países del sur de Europa, con independencia de que tales proyectos de inversión fuesen viables o no o de que tuviesen la capacidad real de producir retornos suficientes como para devolver los préstamos contraídos. Era la época en la que todo valía, y cualquier inversión, por descabellada que fuese, tenía cabida en forma de préstamo.

De hecho, en España, toda esta liquidez fue a parar a un sector muy concreto: el inmobiliario. Las entidades financieras comenzaron a conceder préstamos hipotecarios a personas y empresas de dudosa solvencia o con modelos de negocio que no eran capaces de generar retornos suficientes. Daba igual. 

Pero no se vayan, todavía hay más. Todas estas inversiones fueron posibles con dinero proveniente del exterior, en especial de los países del centro de Europa, como Alemania o Francia. El ahorro interno era insuficiente para financiar la locura inmobiliaria, lo que provocó un desequilibrio enorme en la balanza comercial de los países del sur de Europa al tiempo que propició un enorme superávit exterior en países como Alemania. Países como España debían mucho dinero en concepto de préstamos al exterior, lo que nos hacía vulnerables ante cualquier evento inesperado.

Evento que, con el transcurso de los años, acabó llegando. La orgía de compra de viviendas provocó un crecimiento sin control en el precio de los inmuebles. Seguía dando igual; mientras las entidades financieras siguiesen concediendo créditos, no se pararía la fiesta. Llegó un momento, en el año 2008, que los niveles de deuda eran tan insostenibles que la sombra de la insolvencia comenzó a planear sobre España. Se cortó el grifo del crédito con el consecuente estallido de la crisis.

Lo que en primera instancia parecía un proyecto ilusionante acabó convirtiéndose en la peor de las pesadillas. La propia concepción de la moneda única fue el desencadenante de los desequilibrios exteriores tan desproporcionados que seguimos sufriendo los países de la zona Euro.

El papel del BCE en la crisis de deuda

Si hay algún actor principal en esta película, ese es el Banco Central Europeo. Una institución cuyo objetivo es establecer un aumento en el nivel general de precios en torno al 2% que veía como el precio de los inmuebles se les iba de las manos. Muy al contrario, siguió inyectando liquidez a la economía real para que la fiesta no parase.

Además, su papel como prestamista de última instancia provocó que la gestión de las entidades financieras, en especial las Cajas de Ahorro, no fuese todo lo profesional que cabría esperar de unas entidades tan importantes para la economía nacional. Esto se explica por el llamado riesgo moral.

Conclusiones 

Viendo la gráfica, podemos pensar que el Euro ha causado muchos más problemas que beneficios. Sin embargo, os propongo que tapéis con una mano el período que transcurre desde 2008 hasta 2012. Nadie diría, en este caso, que el Euro ha sido malo, sino todo lo contrario. Todo se debe a una cuestión de confianza: cuando los flujos financieros dejaron de creer en la solvencia de nuestro país, estalló la crisis del euro: una de las mayores crisis económicas desde el Crack de 1929.

Artículo publicado en Busconómico

 
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