Patentes: ¿garantías de innovación o creadores de monopolios?

26 mar 2012

Cuando hablamos de monopolios nos solemos referir a una cierta empresa u organismo que por sí sola puede controlar un mercado, con lo que todo esto conlleva. Al no existir competencia, los productos o servicios suelen ser peores y el precio no es igual de competitivo. Cuando una empresa consigue una patente sobre una nueva invención, logra la explotación comercial en exclusiva durante un período de tiempo determinado, en el cual se convierte en la única empresa que puede comercializar ese producto o servicio, y por lo tanto, se crea una posición monopolista sobre ese producto en concreto para un área territorial determinada. 

El sistema de patentes se considera como un convenio entre el Estado y una empresa, impidiendo que otras empresas puedan fabricar o vender el producto patentado sin el consentimiento del titular de la patente, que en muchas ocasiones vende estos derechos obteniendo unos ingresos extraordinarios. Pero, ¿son tan necesarias las patentes?

El argumento usado para defender un sistema de patentes y de propiedad industrial e intelectual ha sido casi siempre el mismo. Una innovación crea ingresos difusos en las empresas, al estar repartido todo el pastel entre todas, en lugar de obtener ingresos exclusivos, y no haber nunca un incentivo a las empresas innovadoras a crear nuevas invenciones.

Si bien es cierto que el sistema de patentes premia a las empresas innovadoras, no menos cierto es que los precios se distorsionan durante el tiempo en el cual la empresa pueda comercializar el producto en solitario, y además se pierde la oportunidad de saber si otra empresa podría haber mejorado la invención inicial. Por lo general, las patentes otorgan este derecho durante un período de tiempo que suele ser de 10 a 20 años; durante todo ese tiempo, muchos ciudadanos no podrán acceder a disfrutar de ese producto por los precios abusivos por el uso y disfrute del mismo.

De todos modos, hay ciertos casos en los que las patentes pueden tener un cierto sentido. En el caso de, por ejemplo, empresas farmacéuticas que consigan encontrar las curas de diabetes o cáncer existe una razón para defender la propiedad industrial, y que la empresa en cuestión pueda conseguir ingresos en exclusiva por la explotación de ese producto.

Pero ¿puede decirse lo mismo en el caso de ciertas mejoras marginales, como un pequeño cambio en el programa de un ordenador, o el cambio de color en un envase? ¿O bien ciertas patentes que únicamente se registran para luego ser vendidas a otras empresas para obtener beneficio? Hay razones más que de sobra para pensar que este tipo de exclusividad tiene un componente de pérdida social. En estos casos no podemos saber qué hubiese ocurrido en el caso de haber compartido el conocimiento con otras empresas, pero parece lógico pensar que podría haber supuesto una gran mejora en la sociedad.

Pero, ¿cómo se han creado todos los inventos antes de crearse los sistemas de patentes? Más aún ¿cómo se han creado todas las invenciones incluso antes de la aparición de los estados? Recordemos cuándo aparecieron por primera vez la rueda o el fuego como inventos que cambiaron nuestra forma de vivir. También es cierto que las economías han cambiado, y han pasado a ser economías de mercado en las cuales priman los beneficios antes que cualquier otro tipo de interés, como el de supervivencia como ocurría en aquellos tiempos.

De todos modos, los inventos sólo son el principio. La rueda en el Neolítico no es la misma rueda que ahora, ni mucho menos. Ni siquiera es igual que hace un siglo. Todos las invenciones progresan. El conceder la explotación durante 10 o 20 años (como ocurre en países como México) a una empresa hace que ese producto no se perfeccione más durante ese tiempo. El crear posiciones monopolistas  sobre un producto frena el progreso sobre ese producto durante ese período de tiempo para una zona territorial concreta.

Por tanto, no sabemos qué ocurriría sin un sistema de patentes. Es posible que no tuviésemos algunos de los fácil nuestras productos o servicios que nos hace más vidas. Lo que es seguro es que las patentes crean monopolios que frenan el progreso de un determinado producto para un período de tiempo determinado. ¿Porqué no ofrecer incentivos a la creación de nuevos inventos con recompensas o bien reducir el tiempo de explotación exclusiva de estos productos? De esta manera se primaría la innovación sin frenar el progreso.

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