Envilecimiento de la moneda: sostener el despilfarro arruinando al ahorrador

19 sept 2013

Según el diccionario de la RAE, envilecer significa hacer que descienda el valor de una moneda, un producto, una acción de bolsa y, en general, cualquier otro activo que cotice en un mercado. El envilecimiento de las monedas ha sido, tradicionalmente,  uno de los instrumentos más utilizados por las autoridades monetarias, en especial los Bancos Centrales, para estimular la economía de un país, aunque ellos lo escondan bajo el eufemístico concepto de flexibilizaciones cuantitativas o política de estímulos económicos. Muchas son las políticas monetarias que se han llevado a cabo en este sentido a lo largo de la historia (las últimas, las que han llevado a cabo tanto la Reserva Federal como el Banco de Japón) pero quizá no sean las más apropiadas, sobre todo desde el punto de vista del ahorrador.

El valor de una moneda en el tiempo marca su poder adquisitivo, es decir, la cantidad de bienes y servicios que podemos adquirir con cada unidad monetaria. En general, cuando una moneda pierde valor lo que se produce es une pérdida de poder adquisitivo de la misma en relación a la cantidad de productos que podemos comprar. Dicho de otra forma, la pérdida de valor de una moneda provoca un aumento general de precios en el mercado interno, lo que conocemos como inflación.

Si, por ejemplo, tenemos una economía que cuenta con dos automóviles de similares características como productos en venta y con diez unidades monetarias como dinero en circulación, cada automóvil tendrá un precio de cinco unidades monetarias. Si el Banco Central decide aumentar la cantidad de dinero en circulación a 20 unidades monetarias, cada coche pasaré a costar 10 unidades monetarias. Es decir, un aumento de dinero en circulación en un 100% (del doble) ha producido un envilecimiento de moneda que se ha traducido en un aumento del 100% en el precio de los coches.

Evidentemente, esta relación no es tan directa ni automática, pero sirve para ilustrar cuáles son las consecuencias de la pérdida de poder adquisitivo de la moneda. En general, los más perjudicados son los ahorradores, que ven cómo su poder adquisitivo empeora año a año debido a la pérdida del valor de la moneda. Cuando el precio de los diferentes productos aumenta, la demanda decrece. Sin embargo, este proceso únicamente es aplicable al mercado interno, ya que cuando hablamos de transacciones en diferente moneda, el resultado no es tan negativo e, incluso, es una de las fórmulas más frecuentemente utilizadas por los Gobiernos para mejorar las cuentas de la balanza comercial. 


Cuando realizamos la comparación de valor de una moneda con respecto a otra en términos cuantitativos, obtenemos un resultado que llamamos el tipo de cambio. Por ejemplo, 1 euro vale 1,35 dólares o lo que es lo mismo, cada euro tiene un valor 1,35 mayor que cada dólar. Este resultado nos permite conocer no solo el valor de una moneda en comparación con la otra, sino también el poder adquisitivo de cada una de ellas en términos relativos, o bien la cantidad de productos y servicios que podemos adquirir en un momento determinado en comparación con la cantidad de bienes y servicios que podríamos adquirir con la moneda de comparación, que al fin y al cabo es lo que nos importa cuando hablamos de un medio de pago.
En este sentido, cuando se produce una pérdida de valor de una moneda en comparación con otra, se produce el efecto contrario al que sucedía en el mercado interno. Es decir, en lugar de una pérdida de poder adquisitivo de la moneda y, por tanto, un aumento de precios en el mercado interior, lo que se produce es una reducción de los precios relativos de un país en comparación con otro.
Este efecto que, a simple vista, puede parecer complejo, en realidad es muy sencillo, y más si utilizamos un ejemplo que permita ilustrarlo. Supongamos el tipo de cambio de 1 euro = 1,33 dólares en un momento de tiempo. Imaginemos un teléfono móvil cuyo precio en España es de 600 euros y su precio en Estados Unidos es de 600 dólares. Un español que viajase a Estados Unidos podría aprovechar el viaje y adquirir el teléfono móvil a un precio de 450 euros (600 / 1,33). Parece lógico pensar que una persona que tuviese planificado un viaje a Estados Unidos aprovechase el viaje para adquirir el teléfono móvil a un precio 150 euros menor.
Sin embargo, imaginemos que el Banco Central lleva a cabo una política monetaria muy agresiva mediante la impresión de moneda que devalúa (o hace perder valor) a la misma. Cuando finaliza esta política, y teniendo en cuenta que la Reserva Federal (Banco Central de Estados Unidos) no haya llevado a cabo ninguna política en el mismo sentido, el euro no solo ha perdido valor en el mercado interior, sino también en términos relativos con el dólar. Supongamos que, ahora, el tipo de cambio es de 1 euro = 0,8 dólares. Es decir, el dólar tiene más valor en esta ocasión que el euro.
Volvamos al ejemplo del teléfono móvil y a otro viajero diferente. El precio del teléfono móvil en España seguirá siendo de 600 euros, mientras que el precio en euros en Estados Unidos será de 750 euros. En esta ocasión, aunque el viajero realice el viaje, no comprará el teléfono móvil ya que le sale más barato adquirirlo en su propio país. No solo eso, sino que el producto será más barato para los estadounidenses (600 dólares en el mercado estadounidense, mientras que costará 450 dólares en el mercado europeo).
Si extrapolamos este efecto al conjunto de bienes y servicios de una economía, vemos que la devaluación de la moneda abarata estos bienes en términos relativos con el resto de países, haciendo que aumente su demanda y, por tanto, también las exportaciones. Un efecto evidente de la devaluación es el que se produce sobre el turismo, aumentando la entrada de turistas extranjeros en el paísSin embargo, como bien sabemos, los países rara vez pueden producir todos los bienes y servicios que necesitan, por lo que, en muchas ocasiones, necesitan importarlos. Cuando la moneda pierde valor, el efecto sobre las importaciones es el contrario al de las exportaciones; es decir, los bienes del exterior se encarecen con respecto a los del mercado interior.
En conclusión, la pérdida de valor de una moneda tiene dos efectos contrapuestos, uno para el mercado interior y otro para el mercado exterior. Por un lado, aumenta el nivel general de precios en el interior de un país y, por otro, abarata los productos en el interior en términos relativos con otro país, aunque al mismo tiempo encarece los productos extranjeros en comparación a los productos de nuestro país. El efecto es el contrario cuando la moneda aumenta de valor, o bien se aprecia. En cualquier caso, la devaluación de la moneda lleva a una pérdida de poder adquisitivo de la misma, por lo que los más perjudicados serán los ahorradores.



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