Es muy probable que hayas empezado a escuchar la palabra agencia de calificación o agencia de rating a partir del inicio de la crisis. Y muy probablemente, haya sido por una mala noticia, o porque está recibiendo alguna crítica. Desde luego, se han convertido en las malas de la película, y de lo que no hay ninguna duda, es que sus decisiones están marcando la situación económica y financiera actual.
Pero, ¿realmente sabes qué hacen en su trabajo diario y porqué han adquirido tanto poder? ¿Es verdad que son tan malas como todo el mundo dice? Se están volviendo cada vez más impopulares entre el público en general, pero ¿porqué los inversores siguen confiando en ellas?
Como ya hemos explicado en anteriores posts, una de las maneras que tienen los Estados para financiarse es mediante deuda pública. Los inversores adquieren los bonos, y el Estado se compromete a pagar la totalidad del precio del bono, más los intereses pactados en un tiempo previamente acordado, que puede ir desde tres meses hasta 50 años. Esta deuda pública siempre ha sido la forma más segura de invertir, ya que todo el mundo tiene seguridad en que el Estado siempre va a ser solvente, y va a asumir sus compromisos de pago religiosamente; por tanto, en este sentido, el inversor no asumía ningún riesgo.
Debido a la crisis en la que estamos inmersos, muchos países han declarado tener serias dificultades para asumir el pago de sus deudas, con lo cual lo que parecía una inversión sin riesgo, ahora puede que no lo sea tanto. Donde las agencias de calificación tradicionalmente no habían sido necesarias, de repente se vuelven indispensables.
¿Qué son las agencias de calificación?
Las agencias de calificación, tal y como las conocemos ahora, son instituciones privadas que se encargan de valorar el riesgo que tiene invertir en activo en concreto. Son conocidas sobre todo por evaluar la capacidad de pago de las deudas de ciertas instituciones, como el Estado, las Comunidades Autónomas, Ayuntamientos o las empresas. Suelen aplicar una nota, en función del riesgo de que esa institución no pueda hacer frente a sus compromisos de pago.
Tradicionalmente, este mercado estaba abierto a la competencia, y funcionaba como una especie de asesoría financiera, en la que un cliente acudía para solicitar asesoramiento para invertir, por ejemplo, en un bono de una empresa, previo pago por el servicio. Ahora no ocurre esto; se ha conformado un oligopolio de tres agencias (Standard and Poors, Fitch y Moody´s), amparado por el Gobierno de EEUU y por Europa, que todos los inversores reconocen como las únicas agencias válidas.
¿Porqué influyen tanto en los países?
Normalmente, cuando una de estas agencias de calificación rebajan la nota de un país en concreto, lo que se produce es un efecto en cadena. Como todos los inversores institucionales hacen caso a las decisiones de estas agencias, la reacción será invertir menos en el país en cuestión. Consecuentemente, éste contará con menos fondos, lo cual hará que sea más complicado que pueda asumir sus deudas contraídas. Es por esto que muchos países hayan optado por intentar mantener la estabilidad presupuestaria por la vía del gasto, es decir reduciendo prestaciones sociales, ya que se les hace muy difícil conseguir financiación.
Cuando existen oligopolios, normalmente las decisiones de una de las empresas en cuestión se expande al resto casi automáticamente. Aquí pasa lo mismo, cuando una de las agencias decide rebajar el ráting de un país, rápidamente se contagia al resto, que deciden rebajarla también. Y como son todas las agencias las que lo han rebajado, los inversores no confían y deciden no invertir en el país.
Mientras los inversores institucionales se sigan fiando de ellas, su poder va a seguir siendo inmenso. Simplemente rebajando la calificación de un país, puede provocar una rápida quiebra del mismo, o incluso la caída de todo un mercado, con todo lo que ello implica.
Pero entonces, ¿son realmente fiables?
La fiabilidad de estas agencias ha sido puesta en entredicha durante la crisis de las hipotecas subprime; concedían la máxima calificación crediticia a bonos basura. Es más, poco antes de la quiebra del gigante Lehman Brothers, sus bonos tenían la máxima calificación. ¿Porqué iban a tener que ser creíbles por tanto? y sobre todo ¿Porqué estos inversores institucionales siguen confiando en ellas?
La respuesta es complicada. Podemos llegar a pensar que están siendo sobornadas por estos inversores para manejar los mercados a su antojo, y así poder anticiparse a las decisiones de los mismos; además, carecen de regulación específica, con lo cual en principio no tienen mayor problema en manejar las calificaciones como deseen.
Mientras estas agencias sigan siendo un monopolio, y estén amparadas por los Estados, no se podrá cambiar la situación. Yo sería cauto antes que tener que fiarme de ellas.
0 comentarios:
Publicar un comentario